La pereza, uno de los siete pecados capitales, se refiere a la falta de ganas o disposición para realizar actividades que requieren esfuerzo físico o mental. Es la negación de la acción, el rechazo a trabajar o cumplir con deberes y obligaciones. La pereza se manifiesta como apatía, procrastinación, y la búsqueda constante de descanso y comodidad, evitando cualquier tipo de esfuerzo o responsabilidad.
Este pecado capital es considerado un vicio porque puede llevar a la negligencia de deberes personales, profesionales y espirituales. En la teología cristiana, la pereza no solo se refiere a la holgazanería física, sino también a la pereza espiritual, es decir, la indiferencia hacia el crecimiento personal y la relación con lo divino.
La pereza se opone a la diligencia, que es la virtud de actuar con energía y dedicación. En la iconografía tradicional, la pereza suele representarse con figuras somnolientas, inactivas o reclinadas, a menudo rodeadas de símbolos de ocio y pasividad.