InicioBarras fundidasBarras fundidasColeccionesLos Siete Pecados Capitales
Lujuria
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Envidia
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Pereza
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Gula
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Ira
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Avaricia
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Soberbia
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Sobre esta serie

Los Siete Pecados Capitales, concepto arraigado en la teología cristiana, sirven como un marco para la introspección moral, identificando las raíces de las malas acciones y comportamientos humanos. Estos pecados son vistos como los vicios principales que dan origen a otros pecados y malas conductas. A continuación, se ofrece un resumen detallado de cada uno:

  • Lujuria (Luxuria) Se refiere al deseo desenfrenado por los placeres sexuales. La lujuria implica una búsqueda excesiva de satisfacción sexual, a menudo al margen de los límites éticos y morales.
  • Gula (Gula) Representa el consumo excesivo e innecesario de comida o bebida. Este pecado va más allá de la necesidad de supervivencia y se asocia con el placer por el placer mismo, llevando a la indulgencia desmedida.
  • Avaricia (Avaritia) Este pecado se manifiesta en el deseo insaciable de acumular riquezas y posesiones materiales, poniendo el valor material por encima del bienestar espiritual y de los demás.
  • Pereza (Acedia) La pereza es la falta de esfuerzo y la evitación del trabajo. No solo se refiere a la pereza física, sino también a la espiritual, como la negligencia en la práctica de la fe y la indiferencia hacia los deberes morales.
  • Ira (Ira) La ira implica sentimientos intensos de odio, enfado o resentimiento, que pueden llevar a la violencia, la amargura y otros comportamientos destructivos.
  • Envidia (Invidia) Este pecado se caracteriza por el resentimiento o la tristeza ante el bienestar o éxito de otra persona. La envidia conduce al deseo de que otros pierdan lo que tienen, en lugar de procurar el propio bienestar.
  • Soberbia (Superbia) Considerada el más grave de los pecados capitales, es el excesivo amor propio o la autoexaltación, que lleva a despreciar a los demás y a sobreestimar las propias capacidades en detrimento de la humildad.

Estos pecados se utilizan en el cristianismo no solo como una guía para la confesión y el arrepentimiento, sino también como una herramienta para fomentar la reflexión personal sobre las propias acciones y su impacto en la relación con Dios y con los demás.

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